SUPREME MAJESTY son una de esas bandas que aparecieron durante el periodo de eclosión del power metal en Europa, allá por los años 2000-2001. No se caracterizaban por nada en concreto, pero tenían un toque en su música que les hacia un poco más entretenidos que a, por ejemplo, MAJESTY. Si tuviera que compararlos con alguna banda de su época, esos serían SONATA ARCTICA. Por alguna razón, la voz de Joakim Olsson siempre me ha parecido similar en tonalidad a la de Tony Kakko, pese a que este último tiene un rango más agudo. Además, la música de ambos es bastante parecida. Pero bueno, el power metal tampoco puede ser muy diferente de una banda a otra, imagino.
Poco antes de la desbandada general (que ha motivado la salida de la banda del vocalista Olsson, del guitarra Rille Svensson y del batería Johan Rydberg), la banda editó a mediados del 2005 su segundo disco, titulado ?Elements Of Creation?. Segundas partes nunca fueron buenas, y este disco no es más que una segunda parte de ?Tales From The Tragic Kingdom?. Si aquel rebosaba bastante frescura dentro de la saturación propia de la época, este ?Elements...? es simplemente una colección de temitas poweriles con titulos imaginativos como ?The Quest Part I?, ?King Of Warriors? y similares. Es una pena que una banda como ésta, con potencial y con un contrato discográfico en marcha, haya caído en el error de la repetición de esquemas que ha llevado a la quema a muchos de sus congéneres.
Pese a la buena producción, sonido e instrumentación de las canciones, ?Elements Of Creation? no destaca frente a su predecesor y es un segundo disco que no convence. Hay temas como ?Dance Of Elements? que se salvan, pese a su cierto parecido a cualquier cosa que ROYAL HUNT hayan hecho en los últimos diez años. También hay que pegarle un par de escuchas al tema que abre el disco, ?Soulseeker?, de estribillo pegadizo y coreable. Pero poco más. Quizá ?Die In a Dream? y su doble bombo machacón sirven como bonita recapitulación de todo lo expuesto en ésta breve reseña, aunque su sonido típico es a veces casi entrañable cuando uno recuerda esas 500 bandas iguales que parecían haberse tragado el cerebro de Joey DiMaio. SUPREME MAJESTY, al menos, no caen más de lo estrictamente necesario en la palabería ultra-metalicosa. Todo un punto a favor visto lo visto.
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